"Silencio. Faltan tres minutos. A posiciones. Recordad este pasaje, y en este otro no desafinen esa nota. Mucha mierda para todos. Entramos en medio minuto" Nervios. Para mí eso es un concierto. Desde los ocho años llevo dando conciertos. El Orfeón Pamplonés me ha permitido ver un concierto o recital desde un ángulo al que pocas personas tienen el privilegio de acceder y serán más o menos las experiencias que pueda plasmar en este blog. Experiencias que desde la butaca o desde la platea de un teatro o un pabellón de conciertos no se pueden conocer. Ver un concierto y dar un concierto son vivencias diferentes y parecidas a la vez.
Por una parte, la experiencia de "estar entre bambalinas", tener que cantar delante de cientos de personas que vienen a escuchar algo de calidad, que les entretenga, es algo casi indescriptible. Esperar, con nervios, que los regidores te llamen a entrar en escena o que la gerente del Orfeón te dé pie a entrar en la iglesia donde toca cantar en una gira por pueblo. Para mí, esa experiencia me produce más adrenalina que hacer "puenting". Es una experiencia que me encantaría saber explicar con mejores palabras, pero creo que, al igual que mis compañeros cantantes, es bastante difícil de describir.
Concierto del Coro Juvenil del Orfeón Pamplonés en Logroño el pasado marzo (Vía Facebook)
Por otra parte, también vivo los conciertos de la manera "normal", desde fuera. Tanto conciertos de música clásica como de música rock y alternativa. También es una preciosa experiencia el estar entre tanta gente que comparte los mismos gustos que uno mismo, esperar ver a un solista que te gusta, una obra especial o un grupo que te encante. Para mí, el ir a un concierto es una de las mejores maneras de compartir una afición tan bella como la música con los amigos.
Por otra parte, también vivo los conciertos de la manera "normal", desde fuera. Tanto conciertos de música clásica como de música rock y alternativa. También es una preciosa experiencia el estar entre tanta gente que comparte los mismos gustos que uno mismo, esperar ver a un solista que te gusta, una obra especial o un grupo que te encante. Para mí, el ir a un concierto es una de las mejores maneras de compartir una afición tan bella como la música con los amigos.
Vivir un concierto es algo mágico, que intentaré describir a partir de las pautas que se nos dan. Una experiencia que merece la pena que todo el mundo conozca. Como diríamos los músicos, le desearé "Mucha mierda" a este blog.
No hay comentarios:
Publicar un comentario