Eran
las ocho y media de la tarde. Ya habíamos vocalizado y recibíamos las últimas
indicaciones de Igor, el director del Orfeón. Estábamos todos como un manojo de
nervios. El director que iba a conducir la cantata aquella noche se sentía
indispuesto. Michel Plasson es mayor, tiene más de 80 años y se sofoca y ahoga
constantemente. Su asistente, Fayçal
Karoui tomó el relevo. No sabíamos con quién saldría la obra mejor.
Era
la primera vez que actuaba en un sitio tan emblemático y espectacular como el Teatro Antiguo de Orange. Llevábamos ensayando allí tres días, pero no tuvo comparación con la
sensación que tuve en ese concierto. Cantar con una orquesta importante como la de Burdeos - Aquitania, para 9000 personas en directo in situ y otros tantos miles por la televisión en un principio me
aterraba, pero después aquello pasó a ser una sobredosis de adrenalina.
A
las 9 comenzamos a salir a posiciones en el escenario. Yo estaba en primera
fila en el centro, en la zona de los tenores. Nada más salir y escuchar los
aplausos de bienvenida, supe que el concierto en los Choregies de la ciudad de
Orange iban a ir mejor de lo que imaginábamos. Nos sentamos. Frente a mí se
situaba una enorme orquesta sinfónica con muchísima percusión y delante de
ellos, una cávea gigantesca donde tomaban asiento aquellas 9000 personas que
venían a disfrutar del concierto.
El
Carmina Burana que íbamos a cantar era muy especial, pues detrás de nosotros se
dibujaban en la gigantesca escena dibujos relacionados con lo que cantábamos
gracias a la técnica del "Mapping".
Nosotros no lo veíamos, pues estábamos mirando hacia el público, pero éstos
debieron quedar impresionados ante la belleza de la obra y las imágenes
proyectadas.
Comenzó
el concierto. Se hizo el silencio en platea y comenzó el sonido en el escenario
y en el foso. Con tempos rápidos, Fayçal
dio paso al primer número: "Oh Fortuna", muy conocido. Pasaba
el concierto y me iba invadiendo de una sensación de nerviosismo pero a la vez
de emoción, pues el concierto iba por
buen camino. La gente aplaudía a destiempo y el director de orquesta sonreía
plácidamente. Todo fue a pedir de boca. Pasaban los números musicales (de
orquesta, nuestros, del barítono...), y llegó el momento más temido por los
hombres del coro: El "in taberna". Es un número complejísimo, lleno
de agilidad y fuerza que muy pocas veces sale perfecto. Aquella noche ese fue
el punto álgido. Salió mejor de lo que esperábamos e incluso llegamos a
disfrutar cantando. Aquello hizo que el resto del concierto fuese "in
crescendo" hasta el punto de llegar al agudo "Ave Formossísima"
como rosas en cierto sentido. Cantando a gusto y con los nervios a flor de
piel. Aquel fue un gran concierto.
Al
término del mismo, la gente no paraba de aplaudirnos. Ni a nosotros ni a la
orquesta, ni a los solistas. Tuvimos que hacer dos bises del primer número.
Algo increíble en aquel teatro. El sentimiento ante tanta gente aplaudiendo y
vitoreando fue increíble. Una experiencia casi irrepetible. Espero que pueda
repetir experiencias parecidas con otras obras. Aquella experiencia, mi primera
vez cantando esa obra y en ese gran teatro, serán irrepetibles y quedarán
grabadas en mi memoria para siempre.
Enlaces interesantes:
Web del Orfeón Pamplonés
web de los Choregies de Orange
el spot que creó France 3 para la retransimisión
La grabación en directo del concierto por France 3
El teatro Antiguo de Orange en su forma normal
El teatro en el momento del In taberna